
La imágen del desafortunado momento: la lesión de Ezequiel Ham, producto de la violenta entrada de Carlos Tevez (Foto: http://www.mundod-lavoz.com.ar)
No se habló de otra cosa durante los últimos días: si fue a romperlo, si debió haber sanción, si tiene carta blanca… En el centro de la diana, la mayor estrella que tiene el campeonato argentino en estos momentos: Carlos Tevez.
En una jugada con balón dividido y luego de algunos instantes de duelo dialéctico, el “Apache” y el volante de Argentinos Juniors, Ezequiel Ham, protagonizaron el suceso de la jornada, que se saldó con la fractura de tibia y peroné de este último. El resultado y el juego desplegado por ambos equipos, quedaba, a partir de ese instante, en simple anécdota. La polémica (y con ello, largas horas de tertulia mediática) estaba servida.
Es difícil determinar si hay intencionalidad por parte de Tevez en lastimar a su rival y colega de profesión. Lo que es innegable es la temeridad de la acción que, por cierto, el árbitro Luis Álvarez ni siquiera juzgó como infracción, algo que fue duramente criticado, entrando incluso en el terreno de la suspicacia.
Cierto es que el arbitraje de Álvarez no estuvo a la altura de un partido de Primera División. Además de la mencionada jugada, en la primera parte no advirtió una clara mano de Franzoia dentro del área chica de Boca y una plancha de Ham en mitad de cancha que propició un claro contragolpe. Solo la pericia de Agustín Orión y la defensa de Boca Juniors, evito que Argentinos abriera el marcador en ambos casos. Llegando al final de la primera parte, y en colaboración con el juez de línea de ese sector, invalida un gol a Andrés Franzoia por un fuera de juego que no existió. Sumado a la comentada acción de Tevez, son demasiados errores decisivos para un árbitro de élite.
Pero también sería sano para el fútbol que jugadores, técnicos, dirigentes, periodistas e incluso los simpatizantes, trataran de entender el punto de vista del árbitro y, sobre todo, ver con que elementos cuenta a la hora de aplicar un fallo.
Se vivió una situación bastante ilustrativa en el Estadio Diego Armando Maradona: luego del gol anulado a Franzoia, el público de los palcos tuvo la posibilidad de ver en sus pantallas la repetición de la jugada que debió haber abierto el marcador en favor de los de La Paternal. Lo que en principio se manifestó como una indignación natural de unos aficionados, a los que se les corta el grito de gol por un comprensible error del árbitro, se convirtió, apenas unos segundos más tarde y con el primer gol de Tevez, en un auténtico polvorín emocional.

El Video Ref, un complemento reglamentario sumamente eficiente en el Rugby (Foto: http://www.dailytelegraph.com.au)
La situación sería anecdótica si no reflejara de manera tajante la desproporción que existe entre los elementos con los que cuenta el árbitro y los que tienen a disposición el resto de los componentes de este deporte. Mientras cualquier hincha puede ver de manera instantánea cualquier jugada en su celular o tablet, el árbitro del encuentro, la persona sobre la que recae la mayor responsabilidad en el campo de juego, debe decidir una venda en los ojos.
En tiempos en los que la Copa del Mundo de Rugby marca la agenda deportiva, apreciar el uso que se hace de la herramienta del video en este deporte le arranca a cualquiera un suspiro de resignación. Mientras unos deportes avanzaron hacia el Ojo de Halcón o el Video Ref, el fútbol continua en su particular era de hielo, generando suspicacias innecesarias, alimentando polémicas e interminables debates televisivos, atando de pies y manos a los árbitros ante el escarnio público y premiando a quienes se benefician del error o la trampa. En síntesis, privando al juego de algo fundamental: la justicia.